Plantando ideas...

Plantando ideas...
Magia de la lectura

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Reflexionamos sobre los soportes en papel y los digitales 3er Año "C"






Eco y la cerrada defensa del papel 
El semiólogo y novelista italiano presenta en Madrid su nueva obra, un alegato argumentado a favor del libro
Umberto Eco acaba de publicar un libro en Italia con el significativo título de No esperéis libraros de los libros y este martes, en Madrid, defendió la pervivencia del papel frente a los soportes digitales. Pero el reputado semiólogo y popular novelista no apoya el invento de Gutenberg por razones nostálgicas, sino por variados argumentos que desgrana en el citado libro que ha surgido como fruto de un debate con el cineasta francés Jean Claude Carriere. "Desde luego", comentó Eco en una multitudinaria conferencia de prensa, "si tuviera que dejar un mensaje de futuro para la Humanidad, lo haría en un libro en papel y no en un disquete electrónico. Esta mañana he visitado la Biblioteca Nacional y he visto libros que tienen 500 años de antigüedad y si considero los manuscritos he visto algunos ejemplares escritos hace 1.000 años. Ahora bien, no sabemos cuánto puede durar un disquete de ordenador. Los llamados discos flexibles han muerto antes de agotar su capacidad de almacenamiento de datos. En cualquier caso, hemos escrito un libro de 350 páginas para argumentar la larga vida que aguarda al libro en papel".
"El libro electrónico", afirmó, "no sustituirá a los libros en papel, pero es probable que los soportes digitales releven a los diarios. Está claro que los periódicos ya sufrieron una crisis con la irrupción masiva de las televisiones. A partir de ese momento los informativos de televisión ofrecen las noticias en forma de telegrama, mientras el diario del día siguiente proporciona los temas con la extensión de una carta. Una de las alternativas que se abren para los diarios pasa profundizar en las noticias y generar un debate sobre ellas. Hegel dijo que la lectura de los diarios por la mañana eran el rezo matutino del hombre moderno, pero no sé si mi nieto querrá rezar de esa manera".
Ante la disyuntiva, hay una sola opción: o el libro sigue siendo el soporte para la lectura o se inventará algo que se parecerá a lo que el libro nunca ha dejado de ser, incluso antes de la invención de la imprenta. Las variaciones en torno al objeto libro no han modificado su función, ni su sintaxis, desde hace más de quinientos años. El libro es como la cuchara, el martillo, la rueda, las tijeras. Una vez que se ha inventado, no se puede hacer nada mejor. No se puede hacer una cuchara que sea mejor que la cuchara. Hay diseñadores que intentan mejorar, por ejemplo, el sacacorchos, con resultados muy modestos: la mayoría de ellos no funciona. Philippe Starck intentó mejorar el exprimidor, pero su modelo (para salvaguardar una determinada pureza estética) deja pasar las semillas. El libro ha superado sus pruebas y no se ve cómo podríamos hacer nada mejor para desempeñar esa misma función. Quizá evolucionen su componentes, quizá sus páginas dejen de ser de papel. Pero seguirá siendo lo que es.
Los soportes digitales y en papel nos muestran un panorama prometedor y decepcionante al mismo tiempo según palabras de Eco. ¿Vos que opinás? Escribí tu comentario recuperando las lecturas y tu experiencia...¿Quién empieza?



domingo, 15 de septiembre de 2013

Taller de Escritura del IFDC "Villa Regina" Tercer Año



"El objetivo del taller es la vivencia de una palabra propia, una palabra que siendo de todos, se sienta como propia y, en tanto propia,armada,desarmada, rota, modificada, descubierta, valorizada o revalorizada."
(Andruetto, Lardone "El taller de escritura creativa")



Consigna de Escritura


Buscar un seudónimo que represente a cada alumna.
 Escribir una historia en la que se incluya estas frases, orden indistinto.
Colocar un título connotativo. (Entre 400/450 palabras).

·         ¿Ya está?
·         detalles del menú
·         Tenía un gran sofá blanco.
·         Un hombre delgado, insignificante.
·         Confitería del Molino
·         gordas dispuestas a todo.
 
 
 



Leemos...

"Simplemente hermosa" 


   Todo ocurrió una tarde a finales del invierno en aquel viejo lugar, La Confitería del Molino, un lugar que a pesar de los años su estructura permanecía intacta, en su interior la recorrían largos pasillos y grandes salas de estar, una de ellas era su confitería, un elegante bar, su gran restaurante y algo en particular que la destacaba mucho, su pastelería. Allí, varias personas pasaban largas tardes, el lugar tenía una hermosa vista al mar donde se podía apreciar el amanecer y atardecer de los días, cada tarde se oía claramente el cantar de las gaviotas y podías sentir una fría brisa de mar.
   El mozo, ese era yo, encargado se esa deliciosa sala de pastelerías, un hombre delgado, insignificante, de una cierta edad, muy joven para ese entonces, aventurero por demás, un poco tímido y muy respetuoso.
   Esa tarde de frio, habitué del lugar, tres gordas dispuestas a todo vuelven a ocupar la mesa junto a la escalera:
 (Una de ellas, me grita)  -Mozo, lo de siempre.
Ignorando al resto, cuchichean sin parar.
La sala tenia un gran sofá blanco junto a la ventada con vista al mar, él mismo era ocupado cada día por una misma mujer, solía pasar tardes enteras leyendo y tomando un café con su porción de chisquéis de chocolate blanco.
(Me acerco detenidamente)
   -Buenas tardes!El detalle del menú… (Le ofrezco elegantemente)
Después de unos minutos y un poco intimidado, vuelvo a su mesa.
   -¿Ya está?, digoo!!... Disculpe, lo mismo de siempre, O se le ofrece algo más?
Ella:
   -Lo mismo de siempre caballero y un vaso de agua por favor.
   Desde lejos, mientras preparo su guarnición la observo detenidamente,
Como describirla si para mí era perfecta, pelo lacio y largo color castaño, su piel color café, sus ojos color miel con pestañas muy pronunciadas, su nariz con un fino corte, debajo sus labios color salmón al igual q sus mejillas, que más decir!!... simplemente hermosa.
   Fue allí, en ese acogedor lugar donde nos conocimos y enamoramos, fue allí donde conocí mi gran amor.
 Hoy pasaron ya varios años de esta pequeña y maravillosa historia de amor con esa hermosa mujer, la que vive en mi corazón, cada día que me acerco a ese sofá de esa vieja confitería, recuerdo el maravilloso momento en el que la conocí.
Ámbar
 





El sofá blanco

Las lágrimas borran mi visión, levemente viene un recuerdo de su figura delgada, comienzo a sentir algo parecido a un desasosiego muy profundo. Busco en cada lugar encontrar una palabra que me hable de su llegada, un sonido que me recuerde su voz ronca susurrando suave mi nombre. Más fuerte se hace el silencio mientras caen las sombras del atardecer. Entre los finos hilos de la cortina  que cubre el ventanal aparece un hombre delgado, insignificante. No sé si viene acompañado o se encontró por casualidad con alguien en la puerta de la confitería El Molino. Desvío por un momento la mirada y continúo leyendo los detalles del menú, mi apetito se vuela ya no quiero comer, no encuentro una página que me distraiga por un momento y vuelvo la mirada hacia la puerta. Las luces se encienden despacio y alumbran un gran sofá blanco en la vidriera del frente. La figura del hombre se recuesta sobre un costado del sofá nadie parece verlo, se nota cansado. Creo que se arrepintió entrar a la confitería o no era el lugar que buscaba. Se acomodó como si fuera a dormir por mucho tiempo. El dueño del local olvidó cerrar la puerta, no tendría problemas para irse. Pienso si acaso es Gandy pero no, no puede ser él, Gandy tenía su cabello negro bien corto y cierto aire de galán de telenovelas con enormes ojos azules que llamaban la atención. El hombre que descansa en el sofá está envejecido, vestido con ropas sueltas y su cabello despeinado ligeramente blanquecido por las canas. Trato de simular que me importa saber quién es, el mozo me pregunta si voy a tomar algo hace ya un tiempo que espera mi respuesta, cortésmente le pido un café, solo un café con un vaso de agua, por favor. No quiero perder de vista a ese hombre, me confunden mis sentimientos de extrañeza y familiaridad a la vez, me siento triste pensado que jamás sabré quien es y que nunca llegaré a cruzar la avenida ni tampoco le ofreceré un café. No tendré un diálogo con él ni podré contarle que siempre regreso al mismo lugar para esperar a Gandy, no sabrá de mi pesar ni conocerá mi voz. Llega el mozo con el café y el vaso de agua ¿ya está?, me mira y me pregunta si me siento bien, digo sí moviendo lentamente la cabeza. Tres mujeres gordas dispuesta a todo están sentada en una mesa no muy lejos de la mía. Se ríen a carcajada indiferentes a todo lo que pasa a su alrededor. Miro el reloj, miro la vidriera del frente, el gran sofá blanco está vacío. 

Dulce Manía



La noche esperada

La noche resbalaba de a poco en cada una de las mesas e iba envolviendo uno a uno los rincones, inclusive ese recoveco aislado en donde estaban las gordas dispuestas a todo. A comerse todo y a revolcarse con cualquiera. Ojeaban alegres los detalles del menú que hacía unos instantes le había alcanzado el mozo, el cual contrastaba con el espectáculo de las gorditas que acumulaban grasa en sus costados, alimentadas por noches como esta o los seis, siete embarazos que habían tenido en su haber. El mozo se acercó nuevamente a la mesa, esta vez para retirar la carta. Parecía un hombre delgado, insignificante, que no contaba en su cuerpo con más de cuarenta años. Yo lo conocía de vista. Siempre me atendía en la Confitería del Molino hasta que lo echaron por algo que nunca me enteré. Siempre me pregunté qué haría al llegar a su casa, de madrugada. Nunca me duermo después de las doce, por eso me intriga saber que hace la gente de madrugada. Tendrá un gran sofá blanco? una lámpara?

Las gordas eclipsaban las sombras y las luces con sus risotadas, me molesta verle los dientes a la gente cuando se ríe porque me bajan de la cabeza unas ganas grandes de preguntarle porque lucen muelas tan verdes. Recuerdo que a mi vecina se       le habían teñido hasta los dientes. Tal vez fuera ese el motivo de su atroz aliento a pescado rancio. Igual jugábamos con la condición de que se metiera unas hojas de menta en la boca. Gozaba avergonzarla. Era gorda también, pero la risa no se le ahogaba en la papada. Se le quedaba pegada a la boca. Un día descubrí que lo que me molestaba más todavía, además de su aliento, era que se parecía, a la más delgada de las doce hermanas, la única que había logrado escapar del castigo de la gordura, de la carne mal desparramada.

Tengo ganas de irme, de levantarme de la silla y caminar hacia la puerta. Luego pararme, mirar hacia ambos lados de la vereda, acomodarme el saco y caminar hasta mi casa. No puedo, la inercia, las gordas, mi vecina no me dejan. Me atormentan. Me hacen sentir desagradable. El alcohol me aflojo las piernas y la bilis que refleja mi cara sobre la mesa. No sé cuánto tiempo llevo así disfrutando de los olores del lugar.

-¿Ya está? me dice el mozo.

-Ya esta, qué?

- si ya terminó, vamos a cerrar.

- ah… no todavía no.

 Casandra Nevi




LA MANCHA

Pasó debajo del puente, paró unos segundos sobre el charco barroso en la oscuridad, miró a su alrededor con desconfianza y continuó su camino.

-¿Ya está?- preguntó descontento el jefe de cocina y dueño del lugar- estamos estancados con tanta gente y ustedes a dos por hora.

La confitería del Molino estaba en una zona urbana de la ciudad, era época de vacaciones y los turistas se amontonaban en el local. Mauricio con los nervios de punta apuraba a los empleados mientras éstos murmuraban a sus espaldas.

-¿Dónde estaba a las tres de la mañana del día de hoy?- interrogó el jefe de policía a Juan que asustado contestó que volvía del trabajo después de una larga jornada.

-¿cómo encontró en tanta oscuridad el cuerpo de la víctima?- volvió a preguntar el jefe. No hubo respuesta.

La víctima, un hombre delgado, insignificante, no era precisamente una pérdida que se sintiera demasiado, por la que los vecinos marcharan en búsqueda de justicia, más bien se alegraban, aunque claro, no lo manifestaban.

Las pistas no conducían a ningún lado, mientras Juan dormía en una celda húmeda, solo tenían unos pasos que se dirigían hacia el norte que dejaban atrás el cuerpo inerte en la noche del 25 de marzo y en los cuales no era posible distinguir marca alguna.

La ola turística estaba mermando en la ciudad, en la confitería el trabajo no era tan agotador y ya no hacía tanta falta, como una semana atrás, la presencia de Juan, Mauricio, quien había continuado con sus nervios hasta hacía unos días, comenzaba a calmarse.  A las dos de la madrugada el jefe de cocina partió, salió por la puerta trasera rápidamente y se perdió en la oscuridad. . La confitería tenía un gran sofá blanco donde quedaron solo dos gordas dispuestas a todo despues de tomar varios tragos, pidiendo los detalles del menú en el sillón que daba a la ventana de la calle principal.

 Un mes después, sin las pistas que escasamente fueron buscadas, Juan fue liberado. Nunca se supo quién asesinó, de una puñalada certera en el corazón, al linyera que paseaba fuera de la confitería a diario pidiendo limosna a los turistas, ahuyentándolos, asustándolos por diversión, a ese que daba mal aspecto en la zona urbana de alto poder adquisitivo de la cuidad, a ese que ni las políticas de “limpieza” del gobierno habían podido correr, al que solo corrió aquel cuchillo de cocina con mango blanco que se perdió en el fondo del rio de una noche oscura. Nunca se supo quién lo empuñó ni quien calzó las botas llenas de barro de una noche oscura que se podrían lentamente en el sótano de una confitería de la zona urbana de un barrio con alto poder adquisitivo. 

Nota al pie.




La confitería de la alegría

A veces deseo quedarme todo el tiempo en mi casa pues no deseo salir a comer con los chicos, pero me insistieron tanto que no me queda otra que acompañarlos a la Confitería del Molino. No me gusta el viento y hoy esta insoportable aun así me abrigo y salgo. Los ojos se me llenan de polvo, las manos se me secan y mi ropa huele a tierra, aun así sigo caminando. De repente me cruzó con un hombre delgado, insignificante que me mira luchar con el viento (que vivo el tiene el viento a favor mientras que yo en contra). Entro en la confitería, no hay electricidad pues las fuertes ráfagas produjeron el corte, deseo volver a mi casa pero veo a los chicos y me siento, enfrente mío esta Gabriel, estaba sentado en un gran sofá blanco (que envidia yo en esta silla de madera dura). El viento golpea los vidrios y la puerta, hace un ruido ensordecedor. Llega la moza con los detalles del menú, miro a mí alrededor y todo esta vacio, solo estamos los chicos, los mozos y yo. Mientras charlamos sobre el partido del domingo entran por la puerta unas gordas dispuestas a todo. Se acercan a nuestra mesa a charlar y yo me retiro al baño, no deseo charlar con desconocidas. Estoy media hora en el baño, hago tiempo para no salir y entra Gabriel y me dice:
-¿ya está?
- no, estoy descompuesto, mejor me voy a casa. (Mentira, me quiero ir y no me queda otra que mentir).
- ¿queres que te lleve en auto?
-mejor me voy caminado.
Sin saludar a nadie me voy. Camino cien metro y veo como un auto se eleva levemente por las ráfagas del viento y choca sobre las ventanas de la confitería. Quedo paralizado por el siniestro ocurrido y empiezo a correr para refugiarme en mi casa. Una vez allí, me doy cuenta que tendría que haber ayudado a mis amigos. Tomo mi celular y empiezo a llamar a Gabriel, una, dos y tres veces, nadie atiende. Mis lágrimas caen sobre mi mejilla, no sé qué hacer, si orar o gritar o correr hasta el lugar del accidente. Tomo la campera y empiezo a correr, veo los bomberos pasar por la calle y atrás pasa la policía. Llego al lugar, veo fuego y de repente se derrumba toda la construcción. Doy media vuelta y camino de regreso a casa, el viento de a poco desaparece y sale el sol, una sonrisa aparece en mi rostro.
                                                                                                                        PENÉLOPE





A la hora del mediodía

A la hora del medio día, cuando casi todos o muchos son los que, ocupados en trabajo o alguna cosa, no pudieron hacer la comida para ellos ni para su familia, llegan a alguna casa céntrica, encargada de cocinar para ocupados, esos lugares llamados confitería.
Esta vez fue la confitería “el Molino”, y mi papá después de pasarme a buscar a la escuela, me llevo a ese lugar.
Al sentarnos un hombre insignificante, de ropa color negro y blanco trajo un libro duro, con muy pocas hojas. El pelo de mi papa brillaba con el sol, mechón por mechón bien peinado. Papá tomo el libro, y sentado frente a mí lo comenzó a leer, mientras yo leía las letras al revés (y se me complico un poco), que decía “Detalles del menú”.
No estaba tranquilo, había mucho ruido de platos y cubiertos chocando, un televisor grande que tenía el volumen medio y la gente hablando, todo haciendo una sola confusión. Yo jugaba con unas servilletas de papel, mientras papa veía la tele y leía, hasta que terminó el partido de los jugadores, que eran mis dedos, y las pelotitas de papel.
Decidí ir al baño, y mientras caminaba me indicaron donde quedaba. Abrí una puerta y parece que me confundí. Salí a un pequeño patio, que era como un pasillo chiquito. Había mucha basura tirada, restos de comida y dos perros con miradas gordas dispuestas a todo. Tome un pedazo de pan de una bolsa y se los di, hasta que de a poco se acercaron. Nos sentamos juntos en un gran sofá blanco hecho de papeles de servilleta y cajas.
Es solcito estaba tan lindo que me tapaba como mi frazadita celeste que tengo desde que era bebe. El ruido no estaba y era más fácil disfrutar de algo para comer, asique saque el alfajor que me había quedado del recreo. Alcanzo bien para los tres.
Cerré los ojos, y comencé a ver ese color naranja o clarito, que se ve solo cuando los cerras ante el sol. Mi cuerpo quieto se empezó a dormir de a poquito y la mente quería comenzar con la aventura de un sueño cuando escuche que de un golpe se abrió la puerta. Los perritos se pararon enseguida pero no se movieron de mi lado. Era mi papa con el hombre insignificante. Del pelo se le había desacomodado un mechón y tenía cara de asustado, hasta que me miro y parece que se enojó. El hombre le dijo ¿ya está? Y para mí que yo no le caía bien. 
Igual no tenía mucha hambre.


Artificial


Akalay, madre tierra

¡Apuráte! Estás poniéndote vieja, en cualquier momento abro esa puerta y que te lleve la suerte que te trajo… estoy dándote muchas oportunidades ¡agradecida deberías estar! Si ya ni dibujas los tamales ni el pan que distingue este hospedaje. Ella lo miró por debajo como si tuviera prohibido levantar la cabeza y con su mansedumbre lenta siguió en su interminable tarea.
Rómulo había heredado la famosa Confitería del Molino después de la misteriosa muerte de su padre. Lo había criado Akalay, una mujer de origen indígena que había llegado hacia treinta y siete años atrás a la hermosa mansión de don Felipe, llegó buscando un lugar, un refugio o un trabajo. La tierra le había dado por heredad la belleza rústica y sencilla, traía entre sus cabellos olor al viento del norte, y en sus píes incrustados los cardos  que arrancaron su piel y sus prendas.
Don Felipe con su implacable apatía y con desdeñosa mirada la aceptó para los quehaceres de la casa, ya que se encontraba viudo y no había quien cocinara, Akalay, como todas las hacendosas mujeres de las tribus indígenas , había aprendido a cocinar, a lavar, a tejer y sobre todo a hacerle frente a las tempestades ya que su tribu había sido arrasada en muchas oportunidades y había que empezar siempre de nuevo. Así se ocupó de todo los quehaceres de la casa a la que llegó con solo dieciocho años.
La confitería El Molino era famosa por su cocina y por su dueño un joven de veintiocho años que creía haber heredado el mundo y sus mujeres bellas. Siempre se rodeaba de señoritas de mucho dinero, amplia reputación y cuerpo sirenesco, no había en su inventario de objetos, una dama que desentonara con sus requisitos. Pero su dañino carácter contaminaba todo lo que lo rodeaba.
La gente acudía al lugar porque el sabor de sus comidas era incomparable, todo turista que por allí pasaba se iba regocijado  y con ansias de volver al lugar. Rómulo, solo aparecía de noche por el lugar, tenía un gran sofá blanco que era el centro de una enorme sala y allí se recostaba a seleccionar su  femenino cóctel nocturno. A la cocinera Akalay, de día, la agasajaba con  insultos porque ésta ya no era la veloz empleada que parecía tener las extremidades de los pulpos y la velocidad de las hadas y pateaba sus tobillos para que apurara las salsas.
Esa noche él daría una fiesta,  todas sus mujeres y sus amigos iban a estar allí adulando al poderoso y vigoroso heredero aún cuando solo contara sus hazañas. El ingrato muchacho dio a Akalay los detalles del menú, una larga lista que debía estar preparada a las nueve de la noche.
¿ya está? ¿terminaste india inútil?, Si señor todo está dispuesto. Esa noche todos comieron y bebieron con ansias y de pronto a mitad de la noche Rómulo estaba en su sofá convertido en un hombre insignificante y sus mujeres gigantescas gordas dispuestas a todo iban hacia él, mientras Akalay lloraba en su cama diciendo ¡algún día  vas a entenderlo todo!

 Miss Egle


Cambio de Destino


Caminaba por las oscuras y frías calles de un pequeño pueblo. Era imposible divisar en la oscuridad, a mi diminuto y escondido reloj. El tiempo pasa pronto, sobre todo cuando se tiene que esperar y yo debía esperar el transporte. Como en la mayoría de las mañanas, tenía todo calculado, juntar moneditas para pagar el boleto, caminar rápido para que no me siguiera el perro de la vecina de enfrente y con suerte encontrar algún asiento vacío en que dormitar.
Cerca de la parada de colectivos, una señora hacía gestos, señas, indicándome con la mano que me apresurara porque el transporte venía cerca. Corrí rápidamente y cuando logré alcanzar el escalón del colectivo, alguien me tomó por el brazo. Un hombre delgado, insignificante me empujó hacia adelante, ayudándome para no caer en la calle. Le agradecí y Él con voz algo entrecortada me respondió murmurando palabras que no pude escuchar.
Llamó mi atención que este hombre trabajaba en la confitería del Molino, eso decía en su uniforme. Una idea asaltó mi mente de repente dije ¿ya está?.  Estaba organizando una salida con mis compañeras de trabajo y tenía el lugar perfecto…, pediría detalles del menú, todo estaba arreglado. Comenté la idea a las chicas que al principio estaban de acuerdo, cuando Inés la señora de maestranza interrumpió diciendo:
-¡No, en ese lugar no!-respondió- su cara se fue transformando, ¿no saben lo que pasó?-preguntó. Sollozando con lágrimas en sus ojos relató que hace muchos años ella trabajaba en aquel lugar. En ese tiempo hacía poco que se había inaugurado, los ambientes eran enormes, blancos, tan blancos que hasta tenían un gran sofá blanco y una gran ambientación. De sus paredes colgaban unos cuadros realizados por artistas famosos; eso decía la decoradora, para mí solo eran “unas gordas dispuestas a todo”.
El desconcierto invadió el lugar, con cara de preocupación pregunté: - ¿qué había pasado tan terrible que Inés no quería volver a ese lugar?.
Allí perdí lo que más amaba-respondió- la confitería era solo una fachada.
En el fondo pasando una puerta se organizaban apuestas clandestinas, funcionaba un casino que todas las noches dejaba sin un cobre a los asistentes y hasta algunos con una enorme deuda por pagar.
Pedro, el marido de Inés se había tentado y después nunca más pudo salir bien librado.
Perdimos todo, continuó relatando Inés, hasta su dignidad perdió Él, quien se sumergió en el alcohol para solucionar la situación. Inés contó que luego sobrevino una persecución bancaria que los dejó en la calle, aunque con mucho esfuerzo pudieron comenzar de nuevo.
Bueno, después de oír aquel relato decidimos juntarnos a tomar mate en la casa de Inés  para hacerle compañía intercambiando, risas, historias y anécdotas.




Escaparates


Todos los días caminábamos una hora seguida  después de la novela  y de  la siesta en la que soñábamos con los besos  que nuestros maridos jamás nos daban. Los miércoles terminábamos en la confitería del Molino donde nos premiábamos un poco por el sacrificio semanal.
Un día,  pasamos por la casa en venta desde que nuestra memoria lo recuerda y lo vimos bajar del camión de la mudanza. Un gran sofá blanco, de cuero italiano, de tres cuerpos. Igualito  al de la novela de las dos, donde un apuesto galán se perdía en los brazos de  una rubia a la que nos esforzábamos inútilmente  por parecernos.
Lo vimos, lo envidiamos, lo deseamos. Planeamos nuestra jugada.
Torcimos el rumbo, dejamos de pasar juntas y fuimos haciéndolo separadas y en horarios distintos para no despertar sospechas. Nos sacrificamos por turnos, ya que era innecesario perder el hilo de la telenovela y la siesta.
La vigilancia extrema nos hizo saber que a esa casa se había mudado un hombre delgado, insignificante,  solitario. Jamás vimos entrar alguna mujer  o niño. Una perrita chihuahua, tan insignificante como su dueño, hacía sus necesidades en el césped del jardín delantero y corría cuando éste la llamaba con voz aflautada.
Cada miércoles deliberábamos en  nuestra mesa habitual. Cuando el mozo se acercaba fingíamos ver los detalles del menú. Luego,  pedíamos lo mismo de siempre: cuatro tazas de té, cuatro porciones de tortas diferentes para compartir, dos tostados completos y cuatro medialunas.
Gestamos un plan perfecto. Un miércoles, nos encontramos en cada esquina de la casa. Cuando sentimos a Chumimi ladrar,  dos nos acercamos al jardín. En un movimiento rápido la metimos en el bolso y seguimos caminando mientras nuestras compañeras dejaban una nota en el buzón.
¿Querés ver viva de nuevo a tu hermosa chihuahua? Publicá la venta de tu sofá en “La ventana” recibirás una llamada y lo entregarás en el depósito de la calle De las Camelias. Cuando esté en nuestro poder, te diremos dónde buscar a  tu perrita. Por supuesto, si llamás a la policía quizás tengamos que buscar otro sofá pero acordáte que tu Chumimi no tiene reemplazo.
La nota nos llevó un té entero, pero quedó intimidante, clara y precisa.
Si él  hubiera sabido que no había otro sofá como ese para nosotras, quizás no hubiéramos tenido éxito.
-¿Ya está?
-Sí, ahora  la llevamos al galpón de la chacra. En una hora nos encontramos en la esquina del Molino, tenemos que entrar juntas.
Fuimos unas gordas dispuestas a todo y nuestra vida criminal había comenzado con un éxito rotundo.
En tres días el sofá había sido entregado y Chumimi devuelta sana y salva. Nosotras, felices.
Hasta el miércoles siguiente.
Nunca habíamos hablado de qué haríamos con el sofá. En mi casa queda perfecto.
Me hice socia de un gimnasio, tengo amigas nuevas.  Al Molino no fui más. Finalmente me empiezo a parecer a la rubia despampanante.

Una pelusa literaria

EL OBSERVADOR           


Era una tarde de primavera cuando entré a la Confitería del Molino que quedaba a unas cuadras de mi casa. Era una casona grande y antigua ubicada en una esquina entre Avenida San Juan y Santa Rosa. Tenía dos grandes ventanales de madera por los cuales se podía observar todo lo que pasaba, al igual que la puerta, eran de un raulí muy vistoso.
Entré lentamente y me detuve por un momento; observé rápidamente el lugar, caminé en dirección a una mesa que estaba al lado de la ventana y me senté. Era la primera vez que entraba al lugar.
El interior de la confitería era un lugar agradable, tranquilo y estaba delicadamente decorado. Había una esquina que tenía un gran sofá blanco con tres almohadones de colores. A un costado del sofá había una planta que se confundía con un cuadro que colgaba de la pared, con un hermoso y verde paisaje.
Mientras observaba, vi que alguien se acercaba lentamente hacia donde yo estaba: era un hombre delgado, insignificante, de baja estatura; vestía una chaqueta negra a rayas al igual que el pantalón y una camisa blanca; me saludo muy amable, me dio los detalles del menú y se retiró.
Estaba tratando de decidirme por un café o por un cortado, cuando fui interrumpida por el sonido de la puerta de entrada: eran dos señoras grandes y gordas, con caras sonrientes y muy ansiosas. Se sentaron en la mesa siguiente a la que yo estaba, por lo que podía oír lo que hablaban. Se veían muy impacientes y  nerviosas como si alguien las estuviera apurando, o posiblemente actuaban así porque tenían hambre pero parecían dos gordas dispuestas a todo.
Estaba demasiado concentrada prestando atención a lo que hacían las dos señoras gordas y no había visto que el hombre delgado estaba junto a mi mesa.
 - Señora, ¿Ya está?, ¿Qué va a tomar?
 - Un cortado, por favor.
Luego de unos minutos el hombre delgado trajo mi cortado.
Mmm  ¡Qué aroma tenía ese cortado!, aún lo recuerdo.
Luego fue a la mesa de las señoras gordas para levantar la orden.
Después de todo lo que las señoras gordas tenían sobre la mesa y comían con tantas ganas y alegría, comprendí que los nervios eran por el hambre que tenían.
Cuando termine de tomar mi cortado, nuevamente con la mirada recorrí el lugar, me levante pagué la cuenta y me fui  pensando en que muy pronto volvería a tomar ese delicioso cortado sentada junto a la ventana.

                                                          



 “Mi niña”

La esquina lúgubre de cada noche. Sea invierno o verano, ya estaban las gordas dispuestas a todo.
En sus días más exquisitos ella era mimada, consolaba sus rabias con algún regalo de niña bien. Recuerda alguna veces, sin querer, el sillón blanco donde abrazaba a mamá. En aquel entonces era el gran sofá blanco, y aunque más tarde diera cuenta de su verdadera proporción, sobre todo en aquella gran casa, para ella su valor era radical. Todo olor, color, aroma de entonces, le resultan ajenos, ya ella es ajena.
Hoy, prefiere despojarse de todo recuerdo, ya no es aquella.
Un hombre delgado, insignificante un día comenzó a verla, a quererla, él decía. Solían encontrarse en aquella conocida confitería, la que hoy le queda a pocas esquinas más de su trabajo. Confitería del Molino, café paquete donde abundaban hombres mayores. Con sólo 15 años no prestó atención alrededor, jamás llamó su atención nada que no saliera de sus ojos, de su boca. Nunca olvidó el último menú que él la invitó. Decía que sería especial, y ella soñaba.
Hoy se aleja de todo halo de nostalgia, se aleja de toda lágrima. “A los clientes no les gusta si llorás”- es todo lo que tiene de atención de aquel hombre insignificante. Y cada noche mira los ojos de aquellos, rabiosa y sumisa. Se pregunta, ¿ya está?, por dios, ¿ya está?
Cuenta días en que puede salir, no ve a nadie, no busca a nadie. Se sienta lejana a disimular que llora, que extraña. Ya nadie la busca porque ya no es ella, y en la escritura deja un recuerdo que la mantiene viva.

Clementina

 ROJO 

El cartel de neón  rojo se encendió tarde esa noche, “Confitería del Molino”  cerrada por evento privado.
Una luz tenue iluminaba el salón, la gran mesa estaba ubicada en el centro del  mismo, veinte cubiertos de plata relucientes, servilletas de raso con puntillas en hilos de seda, sillas Luis XV de tapizado rojo punzo bien ubicadas en su sitio.
El anfitrión leyó y releyó los detalles del menú, era lo que él había pedido nada se había agregado o quitado, un sonricita picara se escapo de sus labios finos.
Las invitadas empezaron  a llegar, a ocupar sus sillas en la mesa.  El anfitrión, un hombre delgado, insignificante, las recibió con un cordial saludo, tenía un sofá blanco ubicado frente a ellas, desde este lugar podía observar a cada una de las comensales. Se disculpo, el no probaría bocado, aludiendo un problema estomacal que padecía desde niño.
Cada plato abundaba en sabores, olores y sobre todo en cantidad, la primera media hora todo se desarrollo con total normalidad, pero a medida que los manjares preparados eran presentados en la mesa, las comensales entraban poco a poco en un estado de éxtasis que se iba incrementando.
De repente una de ellas se lanzo sobre los mozos que traían un cochinillo recién asado, en cuestión de minutos lo devoro totalmente ante la mirada atónita de sus compañeras de cena.  La devoradora volvió a sentarse sin sentir una pizca de vergüenza. Segundos después cuando los mozos regresaron la escena se repitió, con distinto platillo y distinta comensal.
El anfitrión en silencio, no se perdía el mínimo detalle. Parecía gozar de lo que sucedía.
Llego el momento de los postres, se sirvieron todos de una vez en la mesa, las comensales entraron en trance y arrancándose las ropas entre ellas, se abalanzaron sobre la mesa, la comida estaba por todas partes, sobre sus cuerpos, en el piso, en el techo.
Al día siguiente cuando el dueño de la confitería llego al local, encontró a uno de sus empleados limpiando el desastre que había quedado después de aquel huracán de comida  ocurrido la noche anterior.
Los mozos relataron lo que sucedido a su jefe, las comensales, gordas dispuestas a todo devoraron unos  1.000 kg. en comida.
¿Y el anfitrión?  Solo encontraron sus ropas en el piso, uno de los mozos dijo recordar que en el momento de mayor éxtasis el hombre delgado subió a la mesa y desapareció bajo los cuerpos desnudos de las mujeres.
-¿ya está? – pregunto el jefe.
-Tómense el día libre- agregó, cerrando las puertas y su memoria para siempre.

                                                                                                                         (ATENEA)

NOTA:  Aclaración Los comentarios son escritos por las alumnas pero para evitar "descubrir el seudónimo" serán subidos como comentarios de Alba. 


jueves, 12 de septiembre de 2013

HISTORIETAS DIGITALES PRIMER AÑO




HISTORIETA PARA PRIMER AÑO

Historietas…

Leer


Las historietas poseen un formato atractivo y sencillo para 
trabajar con alumnos de todas las edades pues la serie de 
dibujos que constituyen un relato se puede adaptar el 
contenido y el programa para construirlo en función de las 
edades e intereses de niños y jóvenes. 
Para producir una historieta es necesario estructurar el 
contenido y organizar el guion según determinados criterios: 
● La idea o tema, según el contenido que estemos trabajando. 
● Los personajes que intervendrán. 
● El conflicto central de la historia. 
● El argumento orientado a responder cuándo, dónde, quién, 
cuál. 
● La estructura: en cuántas viñetas se resolverá. 
● Finalmente, los diálogos que le den coherencia al relato. 


Programas para historietas



COMENTARIO DE LA ESPECIALISTA EN POSTITULO EDUCACION Y TIC


Sólo que en ese caso el alumno no está embebiendo el enlace sino copiándolo, por lo tanto para ver la historieta hay que copiar el enlace y pegarlo en el buscador. Ellos tienen el acceso al blog? Como para embeber el enlace. Otra cosa, para historietas también tenés el Domo animate.



¿Se animan a realizar una historieta a partir del cuento La Carta Robada? Prueben, ensayen y vamos aprendiendo juntos... 


Gracias Alba




Selección de Libros para Primer y Tercer Año Leer sugerencias.

LA LECTURA ES UNA FORMA DE VOLAR...DESCUBRÍ LA TUYA.



















Sugerencias para la Selección de Libros
Consignas para primer y tercer año.


  • Podrán elegir un libro a elección, según tus intereses, gustos, preferencias. La idea es que esta vez puedas elegir según tus "criterios personales".
  • Recorrer librerías, bibliotecas, casas, en lo posible libros en papel con un paratexto claro, legible, para analizar su marco de producción. (No fotocopias).
  • Novelas, selección de cuentos, biografías, autobiografías, teatro, libros de investigación  ensayos, entre otros.
  • Busquen libros que "no sólo tengan éxito comercial" sino que también puedan estar bien escritos, que la escritura sea creativa, que los haga pensar, soñar, reírse y jugar con las palabras...
  • No hagan trampa, busquen libros que no hayan sido leído en años anteriores.
  • Próximamente estarán disponibles en otra entrada las actividades de lectura y escritura para que cada uno las adapte a su texto.
  • Fecha tentativa del trabajo: última semana de septiembre / comienzos de octubre.
  • El docente podrá objetar alguna elección y sugerir un cambio de texto.
  • Cada alumno en comentarios publicará su elección: Nombre, autor y por qué lo eligió, quién se lo recomendó, ¿qué esperan encontrar en él? y otros comentarios que quieran agregar. ¿Quién empieza? (Consigna obligatoria)
Editoriales sugeridas 

¡Hay mucho para elegir, espero se entusiasmen ...el viaje ya empezó!!



Alfaguara Juvenil
Norma Grupo Editor
La Estación
Sudamericana
Edebé
De Bolsillo
Zona Libre
Booket
Kapeluz Golu
y más...

Gracias una vez más
Alba


miércoles, 11 de septiembre de 2013

5to Año Ped. II Actividades de Lectura y Revisión


Propuesta de Trabajo 
Agenda 


  • Videos de Estanislao Bachrach. Bajarlos a su PC desde el Blog,  tienen como tarea personal tomar notas,  apuntes, registrar la exposición del autor, extraer información principal y secundaria, palabras claves, comparar con la entrevista leída en clase. Esa tarea les servirá para un trabajo posterior. No se hará en el aula.
  • Ordenar sus apuntes, carpeta, lecturas. Habrá un trabajo integrador sobre los ejes más importantes de la materia desde marzo hasta septiembre. Fecha a confirmar.
  • Releer la Pestaña de 5to II y las exigencias, contrato pedagógico que se enunció a comienzos de año. 
  • Leer de la Antología (fichar, extraer datos principales, hacer una lectura de estudio) del texto "El amor es una cascada de sustancias químicas".
  • Ver el video y relacionarlo con el marco teòrico dado en clase sobre Textos Expositivos-Explicativos. VER AQUI VIDEO

Gracias. 
Prof. Alba